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Parece que nos olvidamos de nosotros mismos, como si perdiéramos la conciencia de nuestro cuerpo. Vivimos, nos movemos, aceptamos, y sólo cuestionamos cuando sentimos el hormigueo de un brazo dormido. La situación de la cultura nunca ha sido la deseable, pero tampoco ha existido un movimiento firme y unitario para clamar a una sola voz. Puede que sea por el ego, ímpetu de cualquier faceta artística, que nos convierte en un colmado aséptico de agregados, en vez de en una acción conjunta de propósito compartido. Ayer fuimos centenares las personas que nos reunimos en la Plaza de la Virgen para mostrar rechazo frontal a la creación de CulturArts, o lo que es lo mismo, para demostrar nuestra defensa de la cultura. Porque es lo que hay detrás de todo, al fin y al cabo. Han sido necesarios recortes desorbitados y, ahora, la inminente amenaza de la desaparición de los diferentes organismos culturales, que con mayor o menor acierto, han sustentado el esqueleto de la vida cultural valenciana hasta el momento. Centenares de nosotros mismos, los que nos dedicamos a la cultura en cualquiera de sus formas, nos manifestamos ayer. Lo extraño es que no fuéramos muchos más los que estábamos allí. La convocatoria corrió como la pólvora por las redes sociales, pero la repercusión virtual no se vio reflejada en la reunión real. Y es en este punto en el que deberíamos cuestionarnos a nosotros mismos. Sí, éramos muchos, pero no todos los que nos enorgullecemos de pertenecer a este colectivo, los mismos que siempre criticamos la precariedad de nuestro medio de vida. No, no estábamos allí. Tampoco hemos conseguido concienciar a la sociedad de la necesidad de vital de esta profesión, porque no hemos sabido implicarla y hacerla formar parte. Por eso, no estaban allí. Quizá sea por culpa de ese ego con el que llegaremos rápido a cualquier lugar mientras nos desacreditamos a nosotros mismos. Y hoy, ante todo pronóstico milenario, seguimos aquí, a tiempo de darnos cuenta de que lejos sólo se llega en grupo. Porque estar es la única manera de no perder por completo nuestra identidad. |