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Lunes, 11 de noviembre 2002
David Pastor, presentación en directo de su nuevo CD "introducing"
Fuente: Sedajazz


Quina canya!

En valenciano, quina canya! quiere decir ¡qué caña!, y es la expresión admirativa más común entre la gente de por aquí cuando escucha tocar a David Pastor. ´Dar caña´, según la Real Academia de la Lengua (2001), significa ´provocar´, y según el diccionario del español actual de Manuel Seco y otros, ´golpear o vapulear´, pero con palabras, en sentido figurado.
La trompeta es un instrumento curioso. En otras manos, o en otros labios, es una dama refinada. En manos de Pastor parece pedir caña todo el tiempo. David Pastor practica con su trompeta el arte de la doma, la deja ir y la frena cuando se diría que está a punto de escapar; y ha conseguido desarrollar este espectáculo con tanto sentido dramático que en cualquier actuación, haya quien haya a su lado, el público termina pendiente de él: un tipo grande como un oso forcejeando con un tubo al rojo vivo. Las notas salen despedidas como gotas de sudor, y cuando los contendientes se dan tregua con una balada, la tensión permanece... En el camino quedan trazos abundantes de inventiva musical, ráfagas de jazz auténtico, magnético y sorpresivo como un relato de Cornell
Woolrich. Todavía lejos de los treinta años, David Pastor es un músico que ha crecido
rápido. Estudió trompeta en Sedaví, su pueblo natal, Valencia y Barcelona, donde acabó la carrera con honores y premios. El jazz ya había prendido en él gracias principalmente a los esfuerzos de su paisano Francisco Blanco Latino, saxofonista que por medio de seminarios y talleres se ha convertido en el mejor publicista del jazz entre los jóvenes músicos valencianos. Con el ´equipo´ de Sedaví, Pastor ha practicado el dixieland, el latin jazz y se ha fogueado detrás de un atril de gran orquesta. Pastor subía a los escenarios desde principios de los noventa, y antes de que nos diéramos cuenta teníamos ante nosotros a un estupendo trompetista. Un día de verano de 1999, en el festival de San Sebastián, donde había actuado con la orquesta de Francisco Blanco,
compartió jam session con Clark Terry y el maestro le dio la alternativa en una plaza de primera, por decirlo en términos taurinos (Pastor, agradecido, le dedica aquí el tema ´To Clark´)
Para este disco, el primero a su nombre, David Pastor ha llamado a músicos próximos, con los que se siente a gusto. El contrabajista Richie Ferrer es de Valencia, aunque trabaja entre esta ciudad y Madrid, y Jerolamon está afincado en Valencia desde los años ochenta. A Brian Trainor, amigo de la infancia de Jerolamon, lo ha conocido en algunas de las giras que periódicamente organiza el batería con solistas estadounidenses. Trainor es además un compositor y arreglista de experiencia, y David Pastor, consciente de ello, le ha cedido mucho protagonismo en este terreno. La riqueza de colores del conjunto es en buena parte mérito de Trainor, que aporta a la sesión dos retratos musicales de escritores estadounidenses contemporáneos, compuestos en 1996: ´Baldwin y ´A new path to the waterfall´, dedicados respectivamente a James Baldwin y Raymond Carver. Las otras dos contribuciones del pianista son movimientos de la extensa suite autobiográfica ´Tangled roots´ (1998): el que da título al conjunto y ´The dance commences´.
Entre Pastor y Trainor, principales voces solistas, existe una afinidad que se advierte enseguida: ambos son temperamentales y generosos. Jerolamon y Ferrer les siguen gustosamente el juego, según se ve nada más empezar el disco con ´Woodoowoo´ (onomatopeya aproximada al sonido de un bostezo), una composición de David Pastor que nunca ha sonado tan explosiva. También exigen músculo ´Tangled roots´, tema en dos frases de tempo muy contrastado, con solos a cargo de los cuatro músicos, y ´Baldwin´, elaborado a partir de un atractivo vamp de piano, donde Pastor exhibe una amplia gama de recursos expresivos y Jerolamon hace un curioso solo que empieza sin baquetas. Pero aunque el disco desprende una gran energía, en realidad está bien repartido entre momentos expansivos y momentos delicados: pertenecen a los últimos ´The dance commences´, balada a ritmo de tango, ´To Clark´, un tempo medio de vena lírica y aroma latino, y ´A new path to the waterfall´, que tiene hechuras clásicas de
canción standard. En las baladas, Pastor suele desenfundar su fliscorno, de hermoso sonido, y su lirismo tiene una fuerza subterránea que a mí me recuerda a Clifford Brown.
Si en el jazz la trompeta es el instrumento extravertido por excelencia, con Pastor ha encontrado un estupendo nuevo defensor.


Jorge García

(La discografica que ha editado el trabajo se llama Omix, de Ximo Tebar).

  
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