Jueves, 31 de mayo 2007. 15:30h.
Pasqualet Swing Band
auditori, Benicarlo (Castellon)
Jueves 31 de Mayo
Inauguración del festival. Actuación de la Pasqualet Swing Band. Auditori, 19:30 h.
Un "dolçainer" con swing
XAVIER LATORRE //
Pasqual Juan Rochera no es de Nueva Orleans; ni siquiera ha navegado por el Misisipí. Pasqualet de Vila-real se dedica a poner aislantes en las casas, a pegar moquetas, a la ebanistería y a trabajar la tierra. Pero este miembro de Xarxa Teatre vive para la música. El grupo con el que acaba de debutar, Pasqualet Swing Band, es un cuarteto que gira en torno a una dolçaina hecha de madera de palo santo que ofrece la pieza Summertime en una versión sui generis que haría las delicias del propio Gershwin. Quien hace sonar divinamente ese primitivo instrumento ha tenido un aprendizaje de medio siglo. "Con 12 años ya tocaba el flautín en la banda. En cuanto tuve dinero", recuerda, "me compré mi primer clarinete". Su primera dolçaina aprendió a tocarla solo y tocaba todo lo que pillaba: "En mi casa teníamos una acordeón de feria y una bandurria y los hacía sonar". En 1997, El greña, como también se le conoce, grabó un disco compacto, e incluyó en él temas más propios del jazz y de la música latina. Ahora, en el Pub Terra de Castellón, local de actuaciones en vivo, la banda presenta temas como Cinque minuti ancora, un cha cha chá con ritmo de swing. "Es un atrevido", comentan el resto de miembros de la formación musical. Con los ojos cerrados, presionando fuerte la caña con la boca para sacarle más partido al instrumento, Pasqualet ofrece con su dolçaina obras como Las tardes del Ritz, Rio grande do sud o el ritmo afrocubano Tabú. "Esto no tiene nombre", dice José Clemente, el benjamín, que toca el bajo, "es como introducir una corneta en una orquesta". Los otros dos músicos son viejos conocidos de Pasqualet. El dolçainer dice que a Juan Igual, El Cardenal, de Vila-real (piano y acordeón) y a Ximo Franc, Morón, de Betxí (percusión) los conoce "de antes de nacer". Con ellos dos se embarcó a principios de los ochenta en una aventura artística llamada Xarxa Teatre. Desde entonces, las giras con dicha compañía les han hecho recorrer más de 20 países. "Europa nos la hemos pateado por entero", afirma Pasqualet. Allá donde han ido, su pasaporte ha sido la música y su idioma, el instrumento de cada cual. Ponen la misma pasión en una estación de tren que subidos al escenario: "En Xarxa somos como una familia, nos llevamos todos muy bien", apunta el batería. "Ello hace que después de cenar en las giras, si el sitio lo permite, montemos un poco de juerga, unos divertidos ensayos improvisados". La dolçaina es un instrumento poco sofisticado: "Lo difícil es la afinación, sirve sobre todo para piezas folklóricas y sencillas", reconoce el alma de este cuarteto de swing. Con la dolçaina hay notas que no se pueden sacar y por eso hay temas que se desechan del repertorio. Desde 1957, Pasqualet ha venido actuando en pasacalles, fiestas de toros, bailes populares y procesiones. Conocido ya en todas las comarcas valencianas, con Xarxa le llegó el turno de dar la vuelta al mundo: "Mi mujer está orgullosa", dice en tono irónico, "de que no estemos nunca en casa". Dispuesto a dar muchos conciertos con su banda de swing, es un hombre vitalista, y ya es el referente de toda la compañía teatral de Vila-real. Con su peculiar forma de entender la música, no sabe dónde para Montreaux, pero qué más le dá.
