Agenda de actuaciones musicales

Martes, 09 de noviembre 2004. 19:52h.
Joshua Edelman & Conexiones
Festival de Jazz de Granada.

9 de Noviembre 21:00h Joshua Edelman & Conexiones Festival de Jazz de Granada. Concierto y recogida de premio: "Mejor grupo de jazz español" El mestizaje como vocación En su último disco, 'Fusión de almas', el norteamericano Joshua Edelman profundiza mucho más en la tradición musical cubana. por ENRIQUE COLLAZO, Madrid Durante la última década, Madrid se ha convertido por derecho propio en una plaza muy fuerte del jazz a nivel internacional. En ello ha tenido bastante que ver el hecho de que innumerables músicos cubanos de la diáspora hayan escogido esta ciudad para establecerse y trabajar. Sitios tales como el Café Populart, el Café Central, Clamores, Calle 54 y otros, exhiben sistemáticamente una programación muy variada donde se combina jazz clásico, jazz latino, blues, swing y flamenco-jazz. Los integrantes de las bandas que amenizan dichos locales son dignos de conformar la que en su día, y liderada por Dizzie Gillespie, se dio en llamar The United Nations Orquestra, pues en ellas se mezclan músicos de todas las latitudes imaginables. Una de esas agrupaciones es la liderada por Joshua Edelman, pianista neoyorquino afincado en España desde 1980. Edelman nació en Manhattan en 1954. Como pianista y compositor alterna orgánicamente su formación clásica y jazzística con el frenesí que siente por la música latina, de la cual se quedó colgado desde los años setenta. Edelman se distingue por ser un pianista creativo, más interesado en repartir roles que en asumirlos y es a partir de aquí que logra como director que su banda articule una polifonía muy equilibrada en la que a todos los músicos se les adjudica un importante papel. La banda está conformada por Manuel Machado, trompeta y fiscorno. Este cubano reside en España desde 1992 y es graduado de la Escuela Nacional de Arte (La Habana). Desde hace años ha devenido músico de estudio muy reclamado por diversas agrupaciones y solistas de renombre. El panameño Camilo Edwards se encarga del bajo eléctrico; ha grabado y colaborado con Chocolate Armenteros, Omara Portuondo, Ketama y otros. Otro panameño, Beto Hernández, ejecuta los timbales. Percusionista de salsa y jazz latino de amplísima experiencia, ha participado en actuaciones y grabaciones con Canayón, Celia Cruz, Sonora Latina, Camilo Azuquita y otros. En la sección rítmica lo acompaña el camagüeyano Moisés Porro, maestro de la batería, quien esta vez ejecuta el bongó. Tal quinteto de consagrados músicos compone en esencia la banda del Maestro Edelman, la cual todos los meses deleita al público en salas de Madrid, tales como Café Populart y el Café Central, entre otras. Sin embargo, para la grabación de Fusión de almas, su último disco editado, la banda se enriqueció con la participación del cordobés Francisco Latino Blanco, saxo alto, saxo barítono y flauta; el trombonista panameño Fernando McCatty y el cubano Ramón González, ejecutando las congas. Ya se sabe que el jazz es un género integrador por excelencia y, como otras músicas creativas, es una propuesta que implica un elevado margen de entrega y de riesgo; en este álbum se constata una vez más tal aforismo. En Conexiones (2001), su anterior trabajo, se pone de manifiesto el hechizo de Edelman por la música cubana. Aquél magnífico disco combina algunos temas del jazz clásico, compuestos por Thelonious Monk y Billy Strayhorn, con otros concebidos por Ernesto Lecuona, Frank Domínguez, Paquito D'Rivera y Chucho Valdés. Una bendición para el alma En Fusión de almas, Edelman profundiza mucho más en la tradición musical y pianística cubana, al servirle de inspiración una obra embrujada del pianista y compositor Ignacio Cervantes, la misma está afectivamente vinculada a su hija María Cervantes, también pianista y compositora. Con este tema Edelman pretende rendir un merecido tributo al papel fundacional de la pianística cubana en el origen del jazz latino y a maestros tales como Cervantes, de quien incluye en este trabajo dos conocidas danzas de su repertorio: Invitación y Los Tres Golpes. Precisamente, el disco empieza con un tema que alude a la destacada pianista cubana y que es la carta de presentación por excelencia de Edelman y su banda, por cuanto en él se mezclan diversos géneros que van desde lo poético, pasando por la clásica danza cervantina, hasta la descarga final en la que sobresalen los percusionistas y la potente emisión de la trompeta de Machado. Recordando a Castillo, tema de la inspiración de Edelman, exhibe un contagioso y sensual fraseo inicial de los metales que da paso a las brillantes improvisaciones del saxo de Francisco Latino y del trombón de Fernando McCatty, cerrando Edelman con su maestría y dominio habitual del tumbao cubano en medio del sabroso repiqueteo de las tumbadoras de Ramón González y el bongó de Porro. El cuarto tema (Claudia) permite lucirse al señor Manuel Machado, un verdadero virtuoso del viento-metal, pues su dominio de la técnica y su capacidad para hilvanar complejas y bellas armonías es lo que realmente da realce a este hermoso bolero del maestro Chucho Valdés. Mención especial aquí para el bajista panameño Camilo Edwards, quien se enzarza en un formidable contrapunto con Machado y Edelman. Otro de los temas que cautivan al escucharlo es el clásico Drume negrita, sobre todo por el maravilloso arreglo de que fue objeto. En un soporte rítmico de afro, que se alterna cadenciosamente con cha cha chá, se suceden las estupendas filigranas que en la flauta, el fiscorno y el bajo ejecutan los integrantes de la banda. Señalamiento particular aquí para Francisco Latino en la flauta. Otro de los temas que cautivan es Regresando, del trombonista McCatty, sobre todo por el complejo fraseo de los metales y el perfecto acoplamiento de éstos a lo largo de toda la pieza, articulando atrevidos contrapuntos. El disco cierra con una descarga clásica del jazz latino: Ran kan kan, del desaparecido Tito Puente; en la misma los músicos dan rienda suelta a su capacidad repentista, en especial "el pana timbalero" Beto Hernández, quien con toda su pasión deja una vez más la tarima bien caliente. Todos los que han escuchado el disco y hemos tenido el privilegio de asistir a las sesiones que en el Café Populart nos regala Edelman y su banda, sabemos que este grupo de músicos --mucho más allá de su plena consagración-- logran lo que otros no consiguen: crear una atmósfera, una sensibilidad que hace que la música que tocan sea como bendición para las almas que allí se reúnen cada mes. Debe ser, como dice Machado, por "el elevado nivel de complicidad" que existe entre todos ellos, y pese a que su director no es latino, sino un hebreo de Nueva York. No olviden un detalle: en 1775 nació en Estrasburgo el músico cubano Juan Federico Edelmann, el cual arribó a La Habana en 1832 y, ya para 1861, tocaba en el Teatro Tacón junto a maestros como Espadero, Cervantes, Saumell, Desvernine y otros. Quizás esto ayude a explicar la fascinación de Joshua por la música y la pianística cubana, de modo que tenemos que considerarlo como "uno de los nuestros", además de por "las moñas que baja".

  
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